El Porfiriato había creado una gran insatisfacción política que se vio agravada por la crisis mundial de 1908, que redujo las inversiones extranjeras y afectaron la economía nacional sobre todo en los ámbitos de la industria y la agricultura.1
Porfirio Díaz se había reelegido ininterrumpidamente desde 1884 y en 1900 se rumoró que abandonaría la presidencia en favor de José Yves Limantour o Bernardo Reyes. Sin embargo, Díaz logró reelegirse nuevamente y para calmar los ánimos en 1904 concedió la vicepresidencia a Ramón Corral.
Las huelgas de Cananea y Río Blanco minaron el prestigio de Díaz, quien en 1908 declaró al periodista James Creelman, que estaba dispuesto a abandonar el poder en 1910. En ese panorama de descomposición social se llegó a la Revolución mexicana
Las inversiones extranjeras produjeron importantes cambios en el México de la época: contribuyeron a cambiar el panorama material del país, a construir nuevos medios de comunicación, a integrar al país al sistema económico internacional y a diversificar las exportaciones.
El notable crecimiento económico no solo se logro mediante la apertura a la inversión de otros países en el nuestro, sino que el gobierno supo, también, tomar otras decisiones que ayudaron a la mejora económica como:
· El establecimiento de crédito mexicano en Europa y Estados Unidos
· El aumento de vías férreas, de la red telegráfica de las carreteras y de las obras portuarias
· La nacionalización, ya hacia el final de la dictadura de grandes líneas ferrocarrileras
· El fomento de la exploración y explotación de minerales
· La explotación de zonas petrolíferas en la costa del Golfo de México.
· El impulso a la industria y al comercio
· La reorganización de las finanzas publicas
· La reforma del sistema bancario
El gobierno de Porfirio Díaz y la elite que lo apoyo privilegiaron la búsqueda del crecimiento económico a como diera lugar, la modernización industrial a cualquier precio. Esa modernización industrial tocaba las áreas más dinámicas de la economía e implicaba atraer capitales extranjeros para invertir en México ante la ausencia de fondos nacionales.
Las principales potencias extranjeras europeas que invirtieron en nuestro país: Inglaterra, Francia y Alemania, creían que debían apoyar a México en sus esfuerzos para que la inversión estadounidense no dominara el país, creencia defendida por el grupo de los “científicos” que rodeaba al presidente Porfirio Díaz.
El único poder que se opuso a Estados Unidos fue Inglaterra, quien logro superarlo en cuatro rubros de inversión, el más importante de los cuales era el petróleo.
Las potencias estaban repartiéndose y disputando el mundo antes de la Primera Guerra Mundial, África y gran parte de Asia eran colonias de las grandes potencias europeas.
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